Copo,
Hoy me he liado la manta a la cabeza y me he decidido ha hablar de algo que llevo demasiado tiempo callando: soy polifacética. Y no, no lo digo en plan chulo, que ya se sabe que el que mucho abarca poco aprieta, lo digo porque es verdad como la vida misma. ¿Qué facetas tiene usted? Os preguntaréis... pues desde quemadora de hamburguesas profesional, bordadora de punto de cruz, pintora a acuarelas, dibujante mediocre, cosedora de fieltro y botones, novia... vamos, y muchas otras cosas que no cuento por aquí porque vengo sin ánimo de impresionaros. Pero yendo al grano (que no al acné) diré que tengo una faceta que me enorgullece grandemente, oh sí: la de peluquera personal del galán.
Y es que cuando el galán y yo éramos más jóvenes, es decir, el año pasado, el muchacho solía tener graves dificultades para encontrar un ratito para ir a la pelu y al pobre chico le salvaba que es guapísimo porque a veces llevaba unas greñas... Así que pasado un tiempo de noviazgo prudencial, el galán se lió la manta a la cabeza y me pidió que fuera yo la que le cortara el pelo. Así, tal cual.
Y sí, cual Llongueras le corté el pelo. Y le dejé la parte del cuello que casi se le juntaba con la coronilla a la pobre criatura. Pero el galán, que casi siempre me quiere mucho, me animó al poco tiempo a volver a intentarlo y aquella vez le hice unas patillas-trasquirones modernísimas que, gafas mediante, se notaron poquísimo... y así unos pequeños desastres tras otros cada mes y medio.
Hace un par de semanas que el galán y yo pactamos que le iba a caer un corte de pelo en breve. Y es que la boda del único hermano del galán está a 11 días vista y con esos pelos no podía ir el testigo de la ceremonia, señores. Así que establecimos la fecha del corte de pelo: martes 5 de abril. Y ante este anuncio la madre del galán, osease, mi suegri, se ha echado a temblar ante la posibilidad del estropicio inminente. El galán me ha defendido a capa y espada ante las sugerencias de acudir esta vez, como excepción, al barbero.
Y sí, le he cortado el pelo a máquina y tijeras, señores. Y sí, aquí la menda está hecha una artista porque el galán va más guapo que nunca (aunque esté feo que yo lo diga). ¿Soy la única Llongueras en la sala?
P.D.: Espero que el día en el que el galán y yo tengamos hijos salgan con la forma de su cabeza y con su pelo, porque si es así nos ahorraremos una pasta en peluquería. He dicho.